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¿Mercenarios?

  • Foto del escritor: Will Lukas
    Will Lukas
  • 29 abr 2023
  • 2 Min. de lectura

📷 Foto tomada del perfil de Facebook de Juan Mendoza, periodista de Radio Cadena Agramonte, que participó en el acto de repudio que le hicieron al padre Alberto Reyes el 15 de noviembre de 2021

✍️ Elisa Arteaga

“Mercenarios pagados por la CIA”, así nos presentan a los que salimos a protestar y criticamos el sistema sin tapujos. Es una estrategia del gobierno para deslegitimar cualquier iniciativa contraria o incómoda a sus intereses, y ha sido así desde Girón.

El pesado lastre de la etiqueta “mercenario”, en estos tiempos, lo mismo lo puede cargar un artista contestatario como Luis Manuel Otero Alcántara, que un sacerdote como el padre Alberto Reyes, que por estos días ha estado en el Parlamento Europeo denunciando lo que vive el pueblo cubano y por su vocación ha recibido en varias ocasiones dicha etiqueta ideológica; por ejemplo, el 15 de noviembre de 2021 cuando le hicieron un acto de repudio y le gritaban «¡Mercenario!» desde las afueras del arzobispado de Camagüey, mientras él miraba desde la azotea del lugar. Pero mercenaria también sería yo, según esa lógica, por atreverme a publicar mis reflexiones críticas en un medio independiente. Sin embargo, es justo poner los puntos sobre las íes y exorcizar esta palabra que los comunistas blanden como arma eficaz contra un pueblo ignorante y adoctrinado.

Mercenario es, en realidad, aquel que vende su talento militar al mejor postor sin que medien principios ni convicciones políticas. Por tanto, no eran mercenarios los que entraron por Bahía de Cochinos, eran cubanos que pretendían derrocar un gobierno, el de Castro (como había hecho este antes con Batista), y los movían ideales políticos: frenar el avance de ese régimen en Cuba.

No eran mercenarios los que salieron a las calles el 11J sino las mismas personas que habían cumplido por años con los trabajos voluntarios, el sindicato, la cotización y que seguro también habían gritado a todo pulmón, en su momento, “Seremos como el Che” y “Volverán”, pero que cansados de todo ello y con deseos de libertad decidieron no seguir el juego.

No somos mercenarios cuando nuestra conciencia social se manifiesta, cuando pedimos libertad para los presos políticos, medicamentos para los necesitados, pluripartidismo, elecciones libres o cambio de sistema. No somos mercenarios cuando recibimos una recarga del exterior que beneficia más a la empresa estatal que al receptor de la ayuda.

Somos ciudadanos con opiniones y convicciones más acertadas y dignas que las que enarbolan las viejas nanas de la revolución que, en vez de inducir al sueño, provocan náuseas y pesadillas. Somos trabajadores cubanos con derecho a disentir y a actuar, aunque ellos digan que servimos al enemigo, aunque ellos nos marquen como “mercenarios”, nos usen de carne de presidio y nos hagan arder en piras cual brujas… ellos, los líderes infalibles de un sistema irrevocable, ellos, verdaderos parásitos que, con tal de conservar su poder, se venden y nos venden al mejor postor.


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