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  • Foto del escritorAtilio Borges

La luz que en tus ojos arde

Satori, es el término que el budismo Zen utiliza en Japón y otras latitudes orientales para especificar un momento de no-mente. Esta suerte de iluminación, que toma por sorpresa a quien lo experimenta —si bien suele ser alcanzado mediante prácticas meditativas— se identifica por su breve duración, cuando somos objeto de sobrecogimiento por algún evento, regularmente natural. En esa fugaz parcela de tiempo, en que nuestro mortificante raciocinio es acallado por flashazos de eternidad, el Ser se manifiesta en completa armonía con el todo, se diluye en él.


La luz que en tus ojos arde
© Atilio Borges

Aunque he hecho indisciplinados esfuerzos —si es que se puede llamar así a intentar algo— por adentrarme en las escuelas de pensamiento orientales, debo confesar que no soy ni remotamente diletante en la materia. En su lugar, la poética de este archipiélago, tan distinto de aquel otro nipón, ha ocupado cada espacio libre de mi atropellado laberinto mental.


Hay, sin lugar a dudas, una vocación universal en esta tierra. Su carácter insular la conecta con ámbitos geográficos que pueden ser perfectamente homologados con nuestra historia geológica y social. Aquí parece estar contenido el mundo, o, en su defecto, el Big Bang que atomiza y expele a su gente: Heredia, Martí, Cabrera Infante y la miríada de jóvenes intelectuales expulsados en fechas recientes, son prueba de ello. Cuba es un acelerador de partículas, está hoy en todas partes, y desde allende los mares nos llega el cosmos por vasos comunicantes, que los espurios gobernantes reducen a remesas.


Este suelo nos antecede y nos superará en el tiempo, es un espíritu que nos mira atravesarlo en un parpadeo. Todo es perecedero para él. De nada sirve que alguien quiera hacerlo suyo, porque a todos nos contempla por igual. Ya les digo, no sé si lo que hoy experimenté fue un Satori —que significa, literalmente, comprensión— pero he percibido muy claramente el sino de esta suerte nuestra, transitoria, además.

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