LA INAGOTABLE VALIDEZ DE «LA GRAN MASCARADA»
- Will Lukas
- 31 dic 2021
- 3 Min. de lectura

✍ José María Ballester Esquivias 📷 Libertyk
Tal vez no haya sido la efeméride más significativa del año que hoy termina. Entre otros motivos porque es una fecha redonda. Pero merece ser recordada: en 2006, hace tres lustros, falleció el filósofo francés Jean-François Revel, genuino luchador por la libertad y —como inevitable corolario— implacable adversario de los totalitarismos; de los de izquierdas y de los de derechas, sin hacer distinciones.
Una rara avis en un panorama intelectual europeo que sigue dominado de forma abrumadora por la izquierda, sus obsesiones y manipulaciones. Es, precisamente, a ese entramado intimidatorio (en el plano de las ideas) al que Revel decidió enfrentarse en “La Gran Mascarada, ensayo sobre la supervivencia de la utopía socialista”, publicado en 1999, diez años después de la caída del Muro de Berlín.
El antiguo director de L’Express empieza afirmando lo siguiente: “La última década del siglo [XX] ha sido testigo de la poderosa contraofensiva desplegada por los políticos e intelectuales de la vieja izquierda con el fin de borrar e invertir las conclusiones que, en 1990, parecían desprenderse de la evidencia del hundimiento del comunismo y, más generalmente, de los fracasos del socialismo”.
A partir de esta premisa, espeta las siguientes preguntas: “¿Qué motivos han incitado a esos políticos y a esos intelectuales a creer que podían sacar de la historia que habíamos vivido unas lecciones en tan manifiesta contradicción con lo que ella enseñaba y con lo que había sido? ¿A qué argumentos han recurrido para sustentar su justificación de los extravíos y de los crímenes constitutivos del totalitarismo o, al menos, de las intenciones que los habían engendrado? ¿Qué necesidades intentan satisfacer esos peregrinos argumentos? ¿En qué medida sus propagadores los han impuesto a las mentes, a qué mentes, a través de qué canales de transmisión intelectual? ¿Es vasta su audiencia? ¿O su influencia se limita a una clientela poderosa pero numéricamente limitada y que, en el fondo, se procura el espejo del maquillaje moral a fin de ahorrarse la confesión de los errores y la vergüenza del remordimiento? En resumen ¿Ha tenido éxito la gran mascarada del fin de siglo?”.
¿Más? Revel da en la diana al abordar la comparación entre nazismo y comunismo. Descripción del caso. El debate “degeneró en una riña indecente —no sólo en Francia sino también en otros países, especialmente, como se puede comprender, en Alemania e Italia— tras la publicación en 1997 del ‘Libro negro del comunismo’. La izquierda no comunista, a menudo más dispuesta a quemar brujas que los comunistas mismos, se lanzó desatada contra los profanadores. Puso en la misma hoguera a Stéphane Courtois, culpable del sacrilegio de haber ligado ‘los dos totalitarismos’, y a Alain Besançon, quien, en un discurso pronunciado en el Institut de France en 1997, tuvo también el valor de saltarse la prohibición y situar al mismo nivel nazismo y comunismo”.
Conclusión: “La celosa negativa a toda equivalencia, incluso a toda comparación, entre nazismo y comunismo, a pesar del parentesco de sus estructuras estatales y de sus comportamientos represivas, proviene del hecho de que la condena cotidiana del nazismo sirve de muro protector contra todo examen atento del comunismo”. Más claro, el agua.
Revel no vivió el tiempo suficiente para presenciar la feroz represión desatada en los últimos tiempos por la dictadura comunista cubana; o para observar las derivas totalitarias de Nicaragua, Venezuela o Bolivia. Pero muchos de los intelectuales a los que alude y apunta siguen formando parte —gracias a Dios— de este mundo. Y han podido ver los estragos causados por el comunismo allá donde sobrevive. Están a tiempo de contestar a la pertinentes preguntas de Revel. “La Gran Mascarada, ensayo sobre la supervivencia de la utopía socialista” sigue siendo de rabiosa actualidad.
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