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Hacer un trámite

  • Foto del escritor: Will Lukas
    Will Lukas
  • 22 mar 2023
  • 2 Min. de lectura
Registro Civil de Camagüey. Lugareño esquina Hermanos Agüero.

📷 Inalkis Rodríguez

✍ Ámbar Ferrara

Hace días me encontré con un amigo, lo vi apesadumbrado y con evidentes síntomas de padecer una crisis nerviosa. Indagué sobre el mal que lo aquejaba y mi corazón se encogió cuando murmuró con voz quebradiza: “el problema es que tengo que hacer un trámite y tú sabes cómo es eso”.

Un trámite en Cuba es una batalla épica, una cosa descomunal, un trabajo digno de Hércules. Se necesitan nervios de acero, estómago de hierro e hígado resistente a la viscosidad de: “No, mi amor, hoy no se puede, se cayó el sistema” -saeta directa al pecho- o también: “Qué va mi vida, eso es con Missisleidy y ella tiene al niño enfermo, tendrás que venir otro día”, o la peor ignominia: “No mijito, no, tú tienes ya el original, el aval, el autorizo, las 5 fotos, los 30 sellos y el cuño de la Oficoda, pero eso ya no es así, ahora hay una nueva resolución y también tienes que traer una prueba de ADN, para confirmar la identidad, y si te falta ese papel yo no puedo, de verdad”.

Y así el Teseo moderno se pierde en un laberinto de burós, archivos, cuños, copias y efectivo, porque ahora todos los papelitos cuestan. Pero no hay que desanimarse, uno tiene sus propios recursos, por eso, ante el desafío de un trámite en Cuba, al estilo de un reality show de supervivencia, existen cinco puntos, que pueden remediar nuestro mal:

Buscar un árbol genealógico y ver si al menos existe un primo, del cuñado, del tío abuelo que trabaje en algún antro burocrático, y recordarle con una llamada telefónica que la familia es lo más importante.

Abrir el refrigerador y ver si hay algo de pollo, o si, por algún giro del destino, le sobra un pomo de aceite o un paquetico de detergente, para un modulito de compensación por las “molestias causadas”, de esta manera hará surgir la ansiada frase: “Bueno, vamos a ver qué se puede hacer, a lo mejor hago un huequito para usted”. (Debe regresar a la semana siguiente a ver si ya lo suyo está).

Indagar si la sobrina todavía trabaja en la farmacia, para, tras una ardua labor de espionaje, conocer el padecimiento del hijo de Missisleidy y, en un acto de incalculable altruismo, aparecerse con el medicamento. (“Alabao chica si no fue nada”).

Varios grabados de Mella, Agramonte o Carlos Manuel de Céspedes en el momento adecuado. Nuestros héroes nunca defraudan.

Si es practicante de alguna religión, comprar velas, despojarse, rezar el rosario, buscar una pata de conejo o cualquier ceremonia según su fe. Siempre es bueno el respaldo espiritual.

Generalmente, la combinación de uno o más puntos funciona, aunque la felicidad del triunfo dura poco, pues siempre hay quien pone el nombre mal, y entonces hay que hacer otro trámite…


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