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  • Foto del escritorAustin Llerandi Pérez

El Niágara en sumergible

A finales de junio pasado, la noticia del extravío del sumergible Titán con cinco personas a bordo conmocionó al mundo. Finalmente, la Guardia Costera de EE. UU. informó que “un sistema acústico de la armada estadounidense había detectado una anomalía sonora el domingo 18 de junio”, el día en que comenzó la inmersión del sumergible. Quedó así establecido que la estructura de la nave colapsó, debido a las altas presiones, ocasionándose una implosión.


En el lejano año de 1901, específicamente el 24 de octubre, una maestra de escuela que celebraba su cumpleaños número 63 ese mismo día, se introdujo en un barril diseñado por ella y saltó desde la catarata Horseshoe, en el río Niágara, en la que la caída del agua alcanza una altura de 53 metros. Más allá de una pequeña herida en la cabeza y algunos golpes en el cuerpo, no sufrió otros percances. Su nombre era Annie Edson Taylor.


La Revolución cubana triunfó el primero de enero de 1959. Durante sus 64 años en el poder, millones de cubanos se han lanzado en balsa al mar hacia Estados Unidos, a 90 millas de distancia, han invadido embajadas como la del Perú, han contraído matrimonios de conveniencia con ciudadanos extranjeros, han emprendido travesías de miles de kilómetros a través de selvas y arriesgando sus vidas, las cuáles muchos, muchísimos, han perdido.



Caricatura
El Niágara en sumergible. © Pepe Pérez


Explicada brevemente, una implosión se produce cuando las presiones externas sobre un objeto superan en demasía a las internas, o en su defecto, cuando se produce un exceso de bajas presiones internas en el interior de un objeto o recipiente. En el caso del sumergible Titán, su armazón fue aplastada por la inmensa presión del mar que, a la profundidad en que se produjo la implosión, ejerce una presión aproximadamente 395 veces superior a la de la superficie de la Tierra.


Annie Edson Taylor eligió cuidadosamente cada pieza para la construcción del barril que haría posible su aventurado viaje. La mejor madera de roble, el hierro más fuerte, un colchón en el interior de la estructura para amortiguar los golpes y un arnés que la mantendría suspendida. Se colocó a uno de los extremos del barril un yunque de unos 90 kilos para mantenerlo erguido durante la travesía, y se hizo un lanzamiento de prueba con el gato de Anne en su interior, un par de días antes del viaje oficial. El gato sobrevivió.


Dificultades para transportarse, dificultades para alimentarse, dificultades con el suministro de agua, dificultades con el suministro de electricidad, dificultades con el suministro de gas licuado para cocinar, dificultades con la libertad de expresión, dificultades económicas, dificultades con la conexión a Internet, dificultades con los servicios de salud pública, dificultades políticas, dificultades materiales, dificultades personales, dificultades públicas, dificultades privadas, dificultades, dificultades, dificultades…


*


Aportando un poco de contexto, esta presión ejercida sobre el sumergible Titán es comparable a soportar unos 400 kilogramos sobre la yema del dedo —un centímetro cuadrado— según National Geographic. Bajo estas condiciones, la implosión se produjo a una profundidad entre los 3300 y 3500 metros, en un período de tiempo de 40 milisegundos, lo que terminó instantáneamente con la vida de los cinco ocupantes del sumergible, sin que estos sintieran dolor alguno.


El viaje a través del río Niágara y la caída libre de 53 metros por la catarata Horseshoe no superaron los veinte minutos. Luego del descenso, el barril se hundió en el agua durante aproximadamente diez segundos, emergiendo con fuerza a la superficie y siendo recuperado por Carlisle Graham, amigo de la sexagenaria aventurera y otro intrépido aventurero que a su vez recorrió los rápidos del Niágara en una balsa, arriesgando la vida Graham ayudó a Annie a salir del barril, y así termina la historia.


El pueblo cubano, en su extenso refranero, recoge una expresión tomada de una canción de Juan Luis Guerra, para aludir a que una persona atraviesa una situación difícil o desesperada. En este caso, se le dice que “está pasando el Niágara en bicicleta”. Pero yo creo que no, no en bicicleta. Yo creo que el pueblo cubano está atravesando el Niágara en sumergible.


*


Los cubanos ni poseemos la capacidad de decidir, somos arrastrados por la corriente de políticas y decretos leyes acerca de los cuáles no podemos opinar, ni oponernos a ellos. No tenemos la posibilidad de enviar a gato alguno por delante, como prueba —personalmente, no lo haría, tampoco. Solo estamos sentados, en la oscuridad, aguantando las crecientes presiones de un capitalismo incipiente para el cual no estamos preparados y, ciertamente, tampoco está preparada nuestra economía.


Estamos siendo aplastados, en todos los sentidos. Vamos en caída libre, a una velocidad superior que la del Titán, de cinco metros por minuto, porque llevamos años, décadas, descendiendo. No poseemos infraestructura de producción alguna. No exportamos nada. Importamos más del 80 % de nuestros alimentos. Arrendamos por 30 años nuestras tierras de cultivo a otro país, Rusia. ¿Hacia dónde vamos? Ciertamente, hacia ninguna superficie, sino en sentido contrario.


Hoy el pueblo de Cuba, con la cabeza tomada entre las manos y una mirada entre la resignación y el desespero, está sentado en un país que se hunde poco a poco, y asiste a la imposibilidad de salvarlo. Y los más triste de todo es que nuestra implosión no será de 40 milisegundos. No, no será así.


Mientras la presión crece y crece, el tiempo pasa.


Quiera Dios que salgamos a flote, algún día.

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