EL HOSPITAL ACCIDENTADO
- Will Lukas
- 18 mar 2022
- 2 Min. de lectura
✍ Mario Ramírez 📷 Nachely Rivero
Para nadie es secreto el deterioro en el que se encuentra la mayoría de los centros hospitalarios en nuestro país. No son necesarias estadísticas, basta acudir al testimonio del vecino, el amigo o el desconocido de las redes sociales para echar un vistazo a la falta de mantenimiento en la que suelen hallarse los que debieran ser instituciones de prioridad para el estado.

En Camagüey, el Hospital Provincial Docente Clínico Quirúrgico Manuel Ascunce Domenech es de los «mejorcitos», vox populi, entre los varios con que cuenta la provincia. Sin embargo, un viaje al hospital, sólo a su superficie, esto es, a su Cuerpo de Guardia y la entrada por donde llegan los casos de urgencias, nos ofrece un panorama desolador.

Desde baches en el camino por donde transitan las ambulancias y demás transportes que traen a los pacientes, hasta charcos de agua, filtraciones, oscuridad y humedad en las paredes del edificio, el hospital parece un accidentado más del siniestro que desde hace décadas destruye a la nación.
El centro que cumplió en enero 60 años de inaugurado, fue un proyecto gigantesco que tardó 16 años y tres gobiernos (Grau, Prío y Batista) para erigirse en el mayor y más moderno hospital del interior del país y en otra de las grandes obras urbanísticas de la etapa republicana en Camagüey. No obstante, desde temprano sufrió el «accidente» de la revolución, al ser bombardeado en 1958 por secuaces de Castro, a uno de los cuales se le rinde homenaje en una placa del exterior del edificio.
Según un trabajo de la revista estatal Humanidades Médicas, el mayor hospital de Camagüey solo ha tenido una remodelación a gran escala en 1977, y varias áreas reparadas esporádicamente.
Cuando preguntamos a alguien que parece el conserje del Cuerpo de Guardia, nos responde que «así son las cosas en este país». Es decir, que además de las carencias de medicamentos, de la falta de recursos y equipos, del insuficiente personal médico y otros males internos, debemos afrontar el riesgo de accidentarnos en el transporte al hospital, resbalar en las camillas que se amontonan sobre el agua o en las frazadas que ocultan la grieta o agravar nuestros problemas respiratorios, que son muchos en los últimos tiempos, por el clima adverso de las filtraciones.
No, así no deben ser las cosas en este país.
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