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EL DUQUE Y YO: EXPLOSIÓN DE FEROMONAS

  • Foto del escritor: Will Lukas
    Will Lukas
  • 2 mar 2021
  • 2 Min. de lectura

✍️ Redacción 📷 Trailer de la primera temporada de El Duque y yo (Netflix)

Es encantadora la noticia de una serie de televisión basada en la saga de novelas de Julia Quinn. Una explosión de feromonas y adrenalina. Respiré profundo tras el anuncio, y tomé la decisión de leer los libros: todos, antes de caer en la trampa que supone Regé-Jean Page, protagonista de la primera temporada. Una tentación en esta época en que los colores fuertes están de moda y parecen tomar la iniciativa para todo.

¿Qué se puede decir de una “novela fresa”? ¿Otra protagonista inocente que admira a su homólogo cada vez que puede? Sí. ¿Un caballero con fama de libertino, traumas del pasado, posición social y dinero que, inexplicablemente, se encandila con la boba protagonista? También. Pero hay que remarcar muchas sutilezas.

Juzgar las temáticas mediocres es algo que no nos corresponde. Solo podemos agradecer a la talentosa Quinn. Hacen falta historias así, que gritan improperios a la inteligencia de quiénes las leen, pero también les dan esperanza. Y, a las jovencitas hormonales, falsas expectativas.

Agradezco las muestras de resignación, y de un amor verdadero, que se estanca entre la pasión extrema (aunque silente), y el miedo al abandono y al rechazo. Las vívidas descripciones con atisbo de doble moral en el clímax de la novela, nos enseña un rostro real que sale de la historia ficticia: un ser humano persiguiendo lo que cree que desea (aunque esto pueda ser imposición cultural y consecuente del ambiente familiar en que se desarrolló), y excusándose, hipócrita, en no notar lo que estaba pasando.

¿Busca mostrar que el amor todo lo perdona, como dice La Biblia? ¿O va más allá, trazando hilos rojos entre “Me ha herido”, “Quién me hirió me ha hecho fuerte y me ama”, “Si me ama es bueno para mí”? Vaya falacia bien redactada.

Una relación “tóxica” que por una vez, entre todos los bestsellers de este género, corre a cuenta de la fémina “ingenua”, es algo innovador. Y lo innovador es siempre bienvenido.


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