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El cuadro

  • Foto del escritor: Will Lukas
    Will Lukas
  • 29 abr 2023
  • 2 Min. de lectura

📷Félix Duarte Ortega, miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe de su Departamento Agroalimentario, en un recorrido por los municipios guantanameros de Baracoa y Maisí (www.pcccuba.org/Dairon Martínez Tejeda)

✍️ Ámbar Ferrara

¿Qué es un cuadro? Esa es una pregunta que responde cualquier persona, hasta un niño puede dar una definición simple: figura geométrica de cuatro lados iguales. Pero la cosa se complica cuando le haces la pregunta a un cubano.

En Cuba, el cuadro se trasmuta de figura geométrica a la personificación de la burocracia. La palabra “cuadro” deriva del francés quadre, que significa jefe, o sea, el cuadro es aquel nigromante que maneja cabalísticamente los recursos, la logística, el informe, las puntualizaciones, las actas, los almacenes, los archivos, la gasolina, las auditorías, los módulos y los autorizos, entre otras truculencias.

Para describirlo resulta imprescindible la vestimenta: camisa (preferentemente a cuadros) o guayabera, con bolsillos, para llevar bolígrafos. Un portafolio para los documentos importantes, puede usar espejuelos o no, depende si quiere dar la impresión de ser intelectual, a lo que se suma una característica esencial, la presencia del tejido adiposo y su relación exponencial con el rango: cuanto más grasa posee el cuadro, más alto se encuentra en su jerarquía.

Pero lo más importante de este personaje es su capital comunicacional: sus mejores armas son sus discursos y gestualidad. Dependiendo del escenario unas veces puede tener ese aire solemne, otras dar un puñetazo en el buró con ceño fruncido e incluso hacer chistes. Suele palmear amistosamente en la espalda a los subordinados durante las visitas o la entrega de diplomas, y ante una asamblea, soltar toda esa perorata prehistórica de la resistencia, la continuidad y la construcción del socialismo. En resumen: el cuadro es el artífice de la denominada “muela bizca” y su reproductor por excelencia.

Él se esfuerza en las reuniones, en los trabajos voluntarios, en las visitas, inspecciones, auditorías y demás obras dramatúrgicas. Da pena ver su hermosa camisa de hilo sudada, y si es un cuadro verdadero, hasta sus caras botas de fina piel es capaz de ensuciar en el campo, porque, eso sí, junto al pueblo siempre debe dar el ejemplo.

En la tarde el cuadro regresa a su casa con la satisfacción del deber cumplido, pues al dar su muela bizca notó que las cabezas se movían reiteradamente de arriba a abajo, evidencia rotunda de que el auditorio comprende. Cansado, enciende el aire acondicionado, se acomoda en su sillón y le pide a Yamilé – hermosa mulatona veinteañera- su “asistente doméstica”, que le traiga una cervecita bien fría y unos camaroncitos con queso Gouda pa´ picar, porque la jornada fue dura y al día siguiente hay que seguir en el combate.


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