ACTOS DE REPUDIO: ¿UN INGREDIENTE DE LA NUEVA NORMALIDAD?
- Will Lukas
- 12 oct 2020
- 3 Min. de lectura

✍🏻Freyser Martínez 📷 capturas de pantalla de la directa filmada por Osvaldo Hernández
Navegando por Facebook pude leer noticias de las viviendas sitiadas el pasado 10 de octubre. Actos de repudio… nada nuevo, aunque sorprende que siga ocurriendo esta práctica heredada de la vieja escuela de la represión.
Que se violen los derechos y las libertades del pueblo cubano revela cómo el sector militar del país se cree por encima de la ley de leyes. Cuando la dictadura se siente “amenazada” —y coloco esta palabra entre comillas, pues en realidad lo que hubo fue una convocatoria a un concierto— acude a todo tipo de represalias.
Los actos de repudio que se hicieron en la calle San Isidro contra el movimiento de artistas homónimo, fueron una muestra más de que el régimen cubano es contradictorio en su propio discurso. La Habana, sin salir del todo de la fase de medidas restrictivas por la pandemia del coronavirus, fue el escenario este sábado de acumulaciones de personas vociferando e irrespetando el distanciamiento social y, por lo tanto, poniendo en peligro el añorado control de la situación epidemiológica.
La misma autoridad que nos multa por incumplir con lo establecido durante la pandemia, envía turbas de personas a apostarse frente a las viviendas de unos ciudadanos de bien, por el simple hecho de discrepar en materia de ideología, como si el coronavirus distinguiera a “revolucionarios” de “contrarrevolucionarios”, palabras reiteradas en estos mítines.
A esto habría que sumar la contaminación ambiental producida por la música y los altoparlantes y la multitud de personas que se dieron cita para cumplir con la tarea del amo, en sus repuestas funciones de “brigadas de respuesta rápida” y “pueblo enardecido”. Lo que vimos en Facebook ese día fue un acto mayúsculo de irresponsabilidad de las autoridades en pleno, entre las que cabría denunciar a los ministerios del Interior, de Salud Pública y de Cultura.
No hay combustible para trasladar a pacientes a los hospitales, pero sí para patrullas y motocicletas de la Policía Nacional Revolucionaria y la Seguridad del Estado; hay que evitar las aglomeraciones, pero la actividad orquestada para impedir el concierto independiente contó con decenas de personas, algunos de ellos por momentos sin mascarilla, como se evidencia en las transmisiones en directo de la red social; no se pueden realizar reuniones y los teatros y centros culturales estuvieron cerrados hasta hace poco, pero un funcionario de Cultura en la capital decidió romper ese silencio en San Isidro, una de las calles de mayor deterioro en La Habana Vieja.
Ha de ser que, en efecto, como gritaba una señora frente a la casa de la curadora Anamely Ramos, “las calles son de los revolucionarios”, y de ahí el deterioro, no ya de las calles, sino de la moral de un país entero. Pero esto no es nuevo, es la misma frase que le escuchamos a Miguel Díaz-Canel hace unos meses, de la que ahora la pobre mujer se hace eco, como dejando la firma del mandatario en el mensaje. Ante actitu des como esta ¿para qué hacer comparecencias en programas televisivos y vender la imagen de preocupación por el pueblo? ¿Es que la veintena de artistas, periodistas y activistas arrestados en San Isidro no forman parte del pueblo? ¿No se les expuso a una situación peligrosa en medio de la crisis sanitaria? ¿O es que, contra toda razón, los actos de repudio serán un ingrediente de la “nueva normalidad”?
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