Baches estatales
- Will Lukas
- 22 mar 2023
- 3 Min. de lectura

📷 Nachely Rivero
✍️ Mario Ramírez
Delante de mí, una persona cayó en su bicicleta de repente. No iba deprisa, pero la calle estaba poco iluminada y «el bache», al parecer, más hondo que de costumbre. Unos metros después, otra persona caía, en otro hueco de la misma calle, esta vez en un vehículo motorizado. ¿Será que esta vía está en reparaciones? —me pregunté. Pero no, un examen diurno del tramo de la calle Avellaneda, entre San Martín y Francisquito, en Camagüey, ostenta al menos cinco baches, producto del hundimiento de las tapas de registro de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado.
Igual situación se percibe en casi cualquier punto de la ciudad. En dondequiera el transporte se ve entorpecido por estos baches estatales, pues a ninguna otra entidad que no sea la citada empresa corresponde la responsabilidad de reparar las tapas.
Construidas mayormente en hierro fundido, suelen encontrarse cubiertas por el mismo asfalto de la calle, dejando al descubierto solo el brocal de los bordes. ¿Negligencia de los constructores viales o de los técnicos de Acueducto y Alcantarillado? Lo cierto es que esta práctica acentúa el hundimiento de las tapas y en consecuencia del bache, al aumentar el peso del centro del círculo, figura geométrica escogida tradicionalmente para estos dispositivos (hace poco, en el reparto Puerto Príncipe, instalaron tapas rectangulares).
Las tapas de registro tienen como funcionalidad la protección de los accesos a los sistemas de drenaje o bien, los pozos de visita.

📷 Nachely Rivero
Según el especialista François G. Brière, en la monografía Distribucion de Agua Potable y Colecta de Desagües y de Agua de Lluvia (Presses inter Polytechnique, ed., 2005), «algunas tapas, en especial las utilizadas en alcantarillas, están diseñadas con rendijas que permiten la ventilación del pozo mientras que, al mismo tiempo, evitan que ingresen objetos de un tamaño mayor al estipulado. La evacuación de gases potencialmente tóxicos o explosivos es necesaria, por ejemplo, para disipar el metano que se forma en las alcantarillas con las aguas negras».
Por estas razones las tapas deben ser robustas, para soportar el tránsito de vehículos y peatones, pero al mismo tiempo accesibles a trabajadores de inspección y mantenimiento.
En el caso de las tapas circulares que abundan en Cuba, y específicamente en la urbe camagüeyana, se trata en su mayoría de piezas confeccionadas en años anteriores a 1959.

📷 Nachely Rivero
Precisamente, un reporte del miércoles 24 de septiembre de 1958, en la página 3-A del Diario de la Marina (Año CXXVI, La Habana), daba cuenta de un presupuesto del Ministerio de Obras Públicas por un monto de 580 000 pesos (casi lo mismo en dólares, para el cambio de la época), destinados a trabajos del acueducto en Camagüey, entre ellos el tapiado de los pozos de visita en el casco histórico.
Preocupado por el problema de las tapas, contacté personalmente a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Camagüey, a través de su página de Facebook y luego de llamar infructuosamente a los números que ofrecen en la información de contacto (nunca levantaron el teléfono):
Pregunta: «Hola. Quería preguntarles qué riesgos, además de los accidentes de tránsito como obstáculos en la vía, ocasiona el mal estado de las tapas de registro en diversos puntos de la ciudad de Camagüey. ¿No hay ningún plan de restauración y mantenimiento de estas tapas?»
Respuesta automática: «Hola Mario muchas gracias por escribirnos. En unos instantes le escribirá uno de nuestros especialista, por favor tenga paciencia. Gracias por esperar»
Y seguimos esperando…
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