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LOS QUE MÁS MIENTEN

  • Foto del escritor: Will Lukas
    Will Lukas
  • 8 ago 2020
  • 2 Min. de lectura

✍🏻 Ghabriel Pérez de Holguín 📷 Noticiero Nacional de Televisión

Desde hace mucho tiempo, tal vez veintiún años (la edad que tiene mi primer diario), mi tormento mayor es la prensa oficial. Pero siempre estoy frente al NTV. A fuerza de costumbre, porque es lo más cercano con que contamos los cubanos sin acceso a televisoras extranjeras y a razón de estar bien informado de lo que dice la voz del Partido Único.

He visto crecer a periodistas que convierten su juventud en un cliché (Talía González y Abdiel Bermúdez, por poner dos ejemplos).

He visto envejecer a unos cuantos. Y sentí el fallecimiento de algunos, a quienes no me unió una ideología, sino la razón de haber nacido en una misma patria. Por ejemplo, la respetable Maribel Puerto.He visto romper con el régimen a unos pocos de los que siempre me resultaron los más admirables: Lissette Bustamante y Yiky Quintana.

He rabiado y rabio día a día con quienes resultan más estalinistas aún que quienes descansan en tierras “soviéticas”. Y esta lista sí es enorme: Yennifer Zubizarreta, Gladys Rubio, Cristina Escobar, Diana Valido, Anisley Torres, Arleen Rodríguez, Yunior Smith, Jorge Legañoa, Randy Alonso, Oliver Zamora… (Ubico a las féminas primero, porque es más doloroso ver a una mujer en semejante afrenta).

Ahora, entre los colmos de los últimos días, me detengo en el dolor de ver unirse a dos generaciones de periodistas para blasfemar sobre lo más sagrado que en materia de premios existe en el mundo: el Nobel. La señora Irma Shelton (repudiada por mayorías en las redes), se unió al joven Abdiel Bermúdez (que no pocas lágrimas hace derramar en ojos que le dieron su voto mientras en predios de Holguín se hallaba), y ambos han hecho la omisión más alevosa de estos días.

Que me condenen si miento o exagero al considerar un crimen el hecho de citar a los cubanos nominados al Premio Nobel, y obviar a quien fuera (después de Carlos J. Finlay) el más famoso candidato oficial cubano a un Premio Nobel 2002, 2003, 2008, 2010 y 2011, Oswaldo Payá Sardiñas.

Es un crimen, no contra el disidente y autor del “Proyecto Varela”, sino contra el televidente, que es manipulado, y es peor el crimen, porque saben que están frente a millones de cubanos que no tienen información, a los que pueden burlar a su antojo.

¿Será que pensaban que nadie iba a darse cuenta? ¿Será que creen que cuando yo cierro los ojos estoy dormido?

Se rieron en la cara del televidente y le comentaron la lista que a ellos les conviene, evitando el nombre principal entre los nominados de toda una vida. El más polémico.

Lanzo otra vez la pregunta. Los excelsos galenos que custodian la salud de la patria, al enterarse de esta falta de ética comunicacional y la pésima salud del sistema informativo de la nación, ¿a qué premio siguen aspirando?


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