La historia en círculos II
- Will Lukas
- 11 abr 2023
- 3 Min. de lectura

📷 Nachely Rivero
✍️ Virgilio Zuasnábar
En una entrega homónima, anteriormente, hablábamos del carácter indefenso del pueblo cubano ante las malas disposiciones del gobierno, y la curiosa repetición de ciertos patrones históricos a través del tiempo.
Este 2023 se cumplirán en Cuba 127 años de uno de los genocidios más brutales en la isla: la reconcentración del general español Valeriano Weyler, que coincidentemente comenzó su mandato un 16 de febrero, pero de 1896. Haciendo un poco de historia, Weyler pretendía aislar a la población de los insurrectos mambises, levantados en armas el año anterior, 1895, y así privar a los combatientes de ayuda alguna. Lo que no pudo prever el general español fue la dificultad para proveer de alimentos a estos civiles, aglomerados criminalmente en condiciones epidemiológicas insanas y de hambruna.
Más de ciento veinte años después, la historia se repite. Quizás en menor medida, pero se repite.
En el mes de marzo de 1962, Fidel Castro impuso la “libreta de abastecimiento” como mecanismo censor y rector para la adquisición de productos de primera necesidad en Cuba, dígase comida y aseo personal. Dentro de las muchas confusiones entre los términos de “igualdad” y “equidad” en la torcida historia de la Revolución cubana, este ha sido una de las peores. Y más en estos últimos años, donde los productos distribuidos han desaparecido en su casi totalidad. Y todo parece indicar que seguirán desapareciendo, dado que, en la provincia de La Habana, a mitad del mes de febrero, en la mayoría de los municipios solamente han sido distribuidas tres libras de las siete mensuales de arroz, el café mezclado no ha llegado aún, ni la azúcar blanca. Esto es inexcusable, pero entendible, debido a que en la actualidad Cuba es un país que no produce más del 80 % de los alimentos que consumen sus habitantes.
El sistema de bodegas y carnicerías, establecido por la Revolución a todo lo largo y ancho del país, es una forma de reconcentración, también.
En el mundo actual, todos los elementos de la realidad social pasan por dos filtros, siempre: el político y el económico. Las desastrosas políticas económicas en nuestro país no son noticia nueva, pero cada vez que se implementa una para tratar de paliar los sinsabores de la anterior, resulta peor aún. Y ese es el caso del nuevo sistema de distribución de compras en La Habana, por tickets.
A finales de diciembre de 2022, en las bodegas fueron repartidos unos tickets que servían para adquirir cinco productos básicos -pollo, salchichas, aceite, detergente y picadillo- en puntos designados para cada localidad. Los días para adquirir estos productos son arbitrarios, y las vías para enterarse de su distribución, son populares. Se despacha a cualquier hora. Bromas aparte, si usted es el clásico vecino gruñón, trabaja, vive solo y no se relaciona con nadie en el barrio, es hora de comenzar a socializar, amigo, o se morirá de hambre. Ni en las bodegas ni en las zonas de comercio están al tanto del sistema de distribución, y este es un caos.
A veces parece que ellos lo hacen para mantener entretenido al pueblo, aunque resulte macabro pensar así.
Este sistema de distribución, además de que todos se preguntan por qué no se lleva a cabo en cada bodega, ha demostrado su ineficacia y generado descontento en la población, una vez más, a escasos meses de su implementación. Un intento más, arbitrario y simplón, de fiscalizar las pocas existencias de alimentos en el país, que se va desangrando día a día.
Según datos estimados, en la reconcentración de Weyler murieron 225.000 cubanos en el período comprendido entre febrero de 1896 y noviembre de 1897. En el año fiscal de 2022 emigraron de Cuba más de 200.000 cubanos, lo que representa el 5 % de la población actual. Datos que arrojan luz sobre las mezquindades respectivas de cada sistema de gobierno, en su época particular.
La historia se repite una vez más, en un círculo de hambre solapado, hasta que en esta isla se respiren aires de verdadera libertad y el ciudadano cubano no dependa más de la voluntad de espurios dirigentes ni de un magro documento para vivir en dignidad.
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