La historia en círculos I
- Will Lukas
- 3 abr 2023
- 5 Min. de lectura

📷 Neife Rigau
✍️ Virgilio Zuasnábar
La repetición de ciertos patrones nos hace preguntarnos el porqué de la especie, nuestra incapacidad de prever las desastrosas consecuencias. Ante el mal, el mal puro establecido o ejecutado según los designios de una persona o un grupo determinado, el mal que perjudica a cientos de miles o millones, al pueblo, se siente como una especie de destino, dejándonos en la indefensión, en una niñez independiente de cualquier edad.
Este 2023 se conmemoran setenta años del alegato conocido como “La historia me absolverá”, la autodefensa pronunciada por Fidel Castro en el juicio iniciado en octubre de 1953, en su contra, por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Como dato curioso, esta frase de “la historia me absolverá” nunca fue pronunciada en el juicio: la frase con la que Castro terminó el juicio ante el tribunal fue “la historia, definitivamente, lo dirá todo”, recogida en las actas del tribunal, desaparecidas luego. Durante su posterior estancia en prisión, Fidel añadió muchos párrafos a su alegato, mejorándolo, y en el exilio antes de ser impreso lo editó Jorge Mañach. El documento fue publicado por el Movimiento 26 de Julio, y se convirtió en su manifiesto.
En este documento, Castro señala, entre otros, seis problemas fundamentales que él consideró que afectaban a Cuba en el año de 1953: los problemas de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud.
¿Acaso estos problemas han sido resueltos setenta años después? Suponiendo que las cifras que utilizó Fidel Castro hayan sido reales, veamos.
– El problema de la tierra: en 1953, según Fidel Castro, más de la mitad de las mejores tierras de cultivo eran propiedad de compañías extranjeras como United Fruit Co. y West Indian, y más del 85 % de los pequeños agricultores en Cuba pagaba rentas leoninas y sufría constantes amenazas del desalojo. Hoy día, “la tierra es de quien la trabaja”, de acuerdo a uno de los slogans clásicos del sistema, pero, ¿es esto cierto?
Solo menciono tres argumentos que invalidan esto: 1- El estado decide a quién otorgar tierras o no, deviniendo en un feudalismo maquillado, con base en filiaciones políticas; 2- La inmensa mayoría de las mejores tierras de cultivo han sido arruinadas por deficientes planificaciones de siembra, monocultivos, dejadez e ineficacias; 3- Los impuestos sobre la producción no son favorables, además, las facilidades de comercio brindadas y los útiles y medios de trabajo brindados al campesino, son casi inexistentes o muy costosas. El problema de la tierra en Cuba, setenta años después, aún no ha sido resuelto.
– El problema de la industrialización: señala Castro que Cuba, económicamente hablando, es una factoría de materia prima. Se exporta azúcar para importar caramelos, se exporta cueros para importar zapatos, se exporta hierro para importar arados… y así, con diversos productos. Hoy, en pleno 2023, no queda en Cuba mucho que exportar: la industria azucarera está prácticamente desaparecida, no hay ganado, las minas han sido sobreexplotadas durante décadas. Seguimos dependiendo de exportaciones para subsistir, y endeudando al país, víctimas de administraciones totalitarias e incapaces. El problema de la industrialización en Cuba, setenta años después, aún no ha sido resuelto.
-El problema de la vivienda: Castro brinda estadísticas que permiten aproximarse al problema de la vivienda en Cuba en la década de 1950: doscientos mil bohíos, cuatrocientas mil familias en condiciones de hacinamiento, dos millones ochocientos mil personas sin servicio eléctrico, con una población total de cinco millones y medio de habitantes. Fidel, al triunfar, confiscó numerosas propiedades a latifundistas y propietarios que se exiliaron, con la esperanza de que el «fenómeno revolucionario» duraría poco, y entregó algunas propiedades, pero otras se las quedó. Pero siete décadas después, la situación de la vivienda es cada vez más depauperada. Los constantes derrumbes, sus víctimas, el envejecimiento y deterioro de inmuebles que alcanzan la centena de años en algunos casos, la insalubridad, el hacinamiento, la poca existencia de materiales constructivos para reparaciones y los precios prohibitivos de la mayoría de los inmuebles, y de esos mismos materiales, en el mercado anexo al estatal, además del tema de la corriente eléctrica -del que es mejor ni hablar acá- nos permiten concluir que el problema de la vivienda en Cuba, en la segunda década del siglo XX, no ha sido resuelto.
-El problema del desempleo: de mayo a diciembre de 1952, en Cuba se encontraban desempleadas un millón de personas, con una población de cinco millones y medio, teniendo más desempleados, en relación porcentual, que Francia e Italia, con cuarenta millones cada una. Acá entra en escena otro slogan del sistema: «la Revolución no dejará desamparado a nadie». Claro, difundir igualdad con equidad es peligroso, y el mayor ejemplo de eso es que, a fuerza de no dejar desamparado a nadie, la Revolución nos ha dejado desamparados a casi todos. El descontento general por lo bajo de los salarios y la escalada sistemática de los precios de artículos de primera necesidad en el mercado negro, la emigración y el éxodo sin precedentes en la historia de Cuba, donde en el año fiscal de 2022 abandonaron el país por diversas vías más de 200 000 cubanos, con la consiguiente merma de la fuerza laboral, y el también consiguiente envejecimiento poblacional, son testigos de otro fracaso. El problema del desempleo en Cuba, setenta años después, es crítico porque la mayoría del pueblo no considera que el trabajo estatal sea una fuente confiable de ingresos.
-El problema de la educación: sí, se llevó a cabo una Campaña de Alfabetización, durante 1961, donde se enseñó a leer y escribir a parte del campesinado. Se siguieron creando escuelas, a todo lo largo y ancho del territorio nacional. Pero hoy, ¿qué nos queda? A riesgo de parecer cínico, esta es una generación de mayoritarios analfabetos funcionales, a los que se pretende adoctrinar desde edades tempranas, con contenidos escolares orientados hacia la épica revolucionaria. Un análisis serio de las estadísticas de promoción y resultados es imposible, dado que son falseados, en aras de ofrecer una imagen de potencia educacional al mundo, con el objetivo de continuar exportando mano de obra barata, en concepto de servicios. La tesis doctoral de nuestra primera “dama”, (nótese el uso irónico de las comillas), bajo su pretencioso título, defendía esta imago, el del maestro como objeto de exportación. Y esto es solo la punta del iceberg. El problema de la educación en Cuba, setenta años después, aún no ha sido resuelto, porque no hay espacio para el disenso, para la libertad de expresión.
-El problema de la salud: no hay condiciones, ni insumos médicos; los hospitales, salas de terapia y policlínicos se están literalmente derrumbando; al personal de la Salud se le ha regulado la salida del país para evitar una crisis higiénico sanitaria de proporciones nunca vistas en el territorio nacional. Da tristeza hablar de este tema, que diariamente sufrimos todos los cubanos. El problema de la salud en Cuba, setenta años después, aún no ha sido resuelto y es inhumano.
Durante setenta años de «período revolucionario» y sesenta y cuatro años en el poder, Fidel Castro y su experimento social, la Revolución, no han sido capaces de resolver o atenuar en mayor medida los problemas que acucian a Cuba durante más de un siglo ya. Urge darles el paso a nuevas administraciones, más capaces, menos consagradas a la ineficacia.
Propuestas verdaderamente humanas, que no pretendan absolución, sino evolución.
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