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“EL COMUNISMO ES UNA GRAN MENTIRA”, OTRO SACERDOTE CUBANO LANZA FUERTES CRÍTICAS AL RÉGIMEN

  • Foto del escritor: Will Lukas
    Will Lukas
  • 1 nov 2020
  • 4 Min. de lectura

✍️ Mario Ramírez 📷 Tomada del perfil en Facebook de Alberto Reyes

El sacerdote católico Alberto Reyes publicó esta mañana desde su perfil en Facebook una crónica en la que critica fuertemente al régimen cubano, asegurando que son mentiras muchas de las afirmaciones con las que la propaganda oficial defiende su obra. El religioso también se mostró inconforme con el “silencio de los obispos” católicos sobre los problemas de Cuba.

La extensa crónica en la que divulgó sus opiniones el sacerdote nacido en la localidad camagüeyana de Florida, es la tercera de una serie que él titula “Crónicas del Noroeste”, y relata un viaje a los poblados de Caonao y Tabor, en el municipio Esmeralda, al noroeste de la provincia Camagüey.

En ella relata un momento en el que su vida corrió peligro, y tras el cual decidió no callar más lo que tenía “entre pecho y espalda”.

“Amo la química, me seducen las reacciones. Y desde hace tiempo, cada vez que pienso en la situación de mi pueblo, me viene a la mente una fórmula química que me explique por qué mi pueblo está como está. Y mi fórmula es esta: (Miedo + Mentira + División) x Silencio cómplice = Opresión”, declaró el sacerdote de 53 años en un estilo brillantemente literario, pero claro y directo, en el que fue desglosando las variables de su ecuación una por una.

“Tenemos miedo, nacemos en el miedo, crecemos en el miedo, vivimos en el miedo”, manifestó, “pero la eficacia del miedo no radica en el sentimiento sino que funciona porque paraliza a la voluntad. El miedo secuestra a la voluntad contándole historias de terror”. Y ese miedo está justificado para el presbítero, quien además es graduado de psicología, porque “Cuba es una cárcel grande donde, si te portas mal, te meten en otra más pequeña. Y como cárcel al fin, nos sentimos controlados”.

“Tenemos miedo a que nos citen y nos “regañen”, advirtiéndonos de nuestra “mala conducta””, añadió antes de exponer al lector a una serie de preguntas que ponen en tela de juicio la validez de nuestra conciencia histórica, al olvidarnos de la tradición de lucha que recoge nuestro Himno Nacional: “¿Y no es esclavitud vivir con miedo a decir lo que se cree y se piensa?, ¿y no es esclavitud no poder decidir sobre la propia vida y sobre la vida de nuestra patria?, ¿y no es de esclavos vivir teniendo como horizonte sobrevivir o irse del país?”

Sobre la mentira, el misionero por zonas rurales y anterior párroco de una de las regiones más pobres del país, en Maisí, sentenció que “Cuba es como un gran teatro, donde nos mentimos unos a otros como parte de una obra que ya no necesita ser ensayada”.

“El comunismo es una gran mentira”, manifestó valientemente, antes de enlistar la serie de artilugios falsos del régimen, en la que incluyó el slogan de la “potencia médica”, “el sistema de educación… extraordinario”, los “internacionalistas por pura generosidad”, el “Noticiero Nacional de Televisión (que) muestra la realidad del pueblo”, “las manifestaciones del primero de mayo y del 26 de julio… naturales y voluntarias”, que “Cuba se respetan los derechos humanos”, entre otras. “Todo es mentira”.

Más adelante, continuando en su fórmula de la realidad cubana, habló sobre la división visible entre la actual oposición al régimen, entre las denominaciones religiosas y entre cubanos en general. “Uno de los éxitos mayores del sistema comunista es echar a pelear a hermano contra hermano, creando una red de espionaje y delación urbanas que te sumerge en una paranoia continua. Nadie confía en nadie y todos nos cuidamos de todos, porque nadie sabe “con quién estás hablando””, escribió.

El por años vicerrector del Seminario San Agustín, en Camagüey, confesó que sufre el silencio de los obispos, a pesar de desestimar el estigma de pasividad atribuido a la Iglesia católica: “No es verdad que la Iglesia no ha hablado, no es verdad, porque la Iglesia somos todos, y muchos laicos, sacerdotes, religiosas, incluso algún obispo en lo personal…, hemos dicho lo que pensamos y lo seguimos diciendo. Pero los obispos son un cuerpo, son una instancia definida a la que todos miramos, esperando.”

“Este país necesita un cambio, necesita una transición, necesita vivir y dejar de arrastrar la existencia, y en este momento, en mi opinión, solamente la Iglesia católica está en condiciones de liderar un diálogo y de proponer una transición”, considera el sacerdote, natural del municipio camagüeyano de Florida, quien mantiene activo su perfil en redes sociales, bien reflexionando, bien compartiendo las reflexiones de otros sobre la difícil situación cubana.

Alberto Reyes forma parte así del cada vez mayor grupo de sacerdotes católicos residentes en la isla que este año han criticado frontalmente la realidad impuesta por el gobierno cubano, en el que se encuentran desde hace años Castor Álvarez, en Camagüey, y José Conrado Rodríguez, en Trinidad, y al que se sumaron este año Juan Lázaro Vélez, desde Mantua, Pinar del Río, a través de un artículo publicado en La Hora de Cuba, y Jorge Luis Pérez Soto, en una misa desde la capital cubana.

“Yo no sé cuáles serán las reacciones a estas crónicas, ni tengo mayores expectativas, pero he dicho lo que tenía guardado entre pecho y espalda. Ahora puedo seguir yendo a los pueblos en motorina, aunque llueva y pase lo que pase. Ahora estoy en paz”, concluyó su texto Alberto Reyes.


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