Alegoría sacra
- Will Lukas
- 6 abr 2023
- 2 Min. de lectura

📷 Anet García
✍️ Elisa Arteaga
No es desconocido que a partir de 1959 desde el gobierno se implementó una estrategia para reducir la influencia de las instituciones eclesiales en la sociedad cubana y desarticular las principales festividades de carácter religioso, como la Navidad, el día de Reyes, la Semana Santa, el Corpus Christi y las fiestas patronales, con el fin de desarraigar la fe cristiana, elemento constitutivo de nuestra identidad nacional pero que no convenía a la Cuba revolucionaria ni al hombre nuevo que se pretendía moldear según los principios comunistas.
Sin embargo, en franco desafío a esta acción directa del estado cubano sobre la cultura para remover o modificar sus elementos incómodos, en función de su propia reproducción, en muchos hogares cubanos aún se celebran y recuerdan eventos religiosos, incluso de los menos comerciales como la Semana Santa y el ayuno. El feriado nacional del Viernes Santo, que le arrancó el papa Benedicto XVI a los Castro en 2012, ha contribuido en cierta medida al reconocimiento social de fecha tan importante para los cristianos, ya sean practicantes o no.
Por otro lado, el tema también se presta para el choteo, algunas de la personas con las que he hablado en estos días no paran de señalar que el ayuno del cubano es constante o que vivimos todo el año aplastados por el peso de la cruz de la Continuidad… y esa última analogía encierra verdad. Incluso yo, cuando reflexiono sobre Cuba en clave mística me pregunto, y no sin dolor, si nos merecemos lo que tenemos, si es acaso un castigo divino o, en palabras más dulces, una situación propicia para expiar algún pecado grave cometido por nuestros abuelos.
Claro que, desde un razonamiento crítico, el origen de esta “estancia de más de sesenta años en el Monte Calvario” se halla en la causalidad: las condiciones en que se dio y se desarrolló el proceso revolucionario a mediados de siglo, los mecenas, las decisiones de los actores implicados y las omisiones del pueblo…
Y aun así, de vuelta a la mirada objetiva y tratando de despejar mi análisis serio de cualquier especulación religiosa, no dejo de desear, en el fondo, que como Cristo, los presos políticos salgan al fin de sus sepulcros y Cuba también resucite uno de estos domingos.
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